"El cerdito mágico"
Me
llamo Briana y tengo 10 años. Vivo en Estados Unidos y tengo una hermana de 15
años que se llama Nikki.
Me
encanta cocinar, y sobre todo me gustan los ositos de gominola. Mi mejor amiga se llama Carmen y mi novio se
llama Óscar. Un juego que nos gusta mucho consiste en disfrazarnos de chinos y
jugar al teléfono escacharrado. Nos lo pasamos muy bien y decimos frases muy
tontas como esta: «Mi perro ayer jugó con un conejo y se dieron un beso».
Voy
a 5º de primaria al Colegio Santa
Fernanda, que se encuentra en la calle San Martín. Somos todos muy amigos y nos
llevamos muy bien. Me gustan mucho las vacaciones sobre todo las de verano y
las de Navidad. Las de verano porque son largas, voy a la piscina, estoy con
mis amigas a todas horas, etc. Y las de navidad porque nieva, hace frío,
jugamos con bolas de nieve y estamos con la familia, etc.
En
Navidad me encanta hacer un amigo invisible con mis amigos y familia porque te
pueden regalar cosas muy raras, como la que me regalaron el año pasado: una
hucha de cerdito que cuando le echabas una moneda salía música.
Yo
estaba encantada con mi cerdito, pero un día fui a echar tres euros y había
desaparecido. Lo estuve buscando pero no lo encontré, y me puse muy triste.
Una
semana más tarde cuando volví del colegio a las seis de la tarde oí un ruido
muy raro en el trastero, bajé y no vi nada. Cuando subí las escaleras, me caí y
me quedé dormida. Unas horas más tarde estaba encerrada no sé dónde, y vi una
silueta un poco rara. Lo reconocí, era Fifí, mi hucha musical. Había cobrado
vida y me quería convertir a mí en un zombi ó en un cerdito.
Fifí
se empezó a reír y se fue arriba, a por mi hermana. En ese momento, cuando se
fue, conseguí salir de allí, y esconderme para ver lo que quería hacer.
Cuando
bajó, vi que tenía a mi hermana, pero a ella no la quería hacer nada, sólo
quería que se casase con él, porque desde que Fifí la vio se enamoró de ella.
Por eso me había raptado.
Nikki
no se quería casar con él, y le lanzó un vaso con un líquido para que la dejase
en paz. Ese líquido era un pócima que si tocaba algo lo convertía en sapo.
Fifí
se enfadó mucho y se fue, pero antes le dijo que se vengaría de las dos
hermanas.
Un
año más tarde mis padres me regalaron otra hucha, pero esta vez no era un
cerdito, era un sapo que hablaba, y claro, me asusté un poco:
Briana
tenía tanto miedo de su hucha nueva que la escondió en la mochila de clase de su hermana. Nikki, al sacar su libro de
álgebra, vio al sapo y se enfadó mucho con Briana.
Cuando
Nikki llegó a casa, escondió el sapo en su armario, y cuando Briana llegó a
casa vio que en su armario había un agujero. Llamó a su hermana corriendo y le
preguntó si ella había hecho eso. Ella le dijo que no.
Las
dos empezaron a asustarse porque creían que era Fifí, pero no estaban seguras.
Durante muchos días no durmieron porque creían que Fifí andaba suelto y no
sabían qué les iba a hacer.
Dos
semanas mas tarde se levantaron juntas y encontraron el sapo encima de la
encimera de la cocina. Al ver al sapo tan de golpe, llamaron a sus padres a
gritos, pero no estaban. Intentaron llamarles por teléfono, pero tampoco, llamaron
a más gente para pedir ayuda, pero no había nadie en la ciudad. Estaban solas
junto al sapo. ¿Qué ocurrirá?
De
pronto empezaron a ver muchos sapos, pero ¿quién sería Fifí? ¿Lo descubrirán o
se convertirán en sapos?
Quién
sabe. Sólo estaban ellas dos contra más de mil sapos. ¿Qué podrá ocurrir?
Autora: Lucía de Pablos
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