Conmemoramos este mes de
julio, el centenario del nacimiento de Gloria Fuertes, “poeta de guardia”
siempre armada de su pluma y siempre dispuesta a dejarnos, no sólo sus divertidas
ocurrencias, sino, como poeta para todos que era, su comprensión para el
sufrimiento y a la vez su decisión para denunciar injusticias.
Esta mujer independiente,
valiente, luchadora, inteligente y a pesar de todo ello, sencilla, nació en
Madrid en el castizo barrio de Lavapiés en 1917. Su humilde familia tenía
necesidades básicas que cubrir y no entendía (más bien trataba de impedir) el
interés exagerado de la pequeña Gloria por la lectura y la escritura. Así que
fueron su esfuerzo y determinación personal lo que llevó a esta gran escritora
al lugar de honor que ocupa en el mundo de las letras.
Cuando solamente contaba
cinco años, escribía cuentos que ella misma ilustraba. A los catorce años
plasmó sus primeros versos en el poema “Niñez, juventud, vejez”. Con diecisiete
años completó su primer libro de poesía “Isla ignorada” que fue publicado años
más tarde, en 1950. Al año siguiente sus versos comienzan a ser publicados en
una revista infantil y se inicia en los recitales a través de las ondas de
Radio Madrid.
Aunque tras la muerte de su
madre en 1934, para ayudar en casa, tiene que emplearse en diversos trabajos
como contable y secretaria, continuará escribiendo: ya sea como redactora y
colaboradora de diversas revistas infantiles y también de adultos, a las que
aportó cuentos, historietas y poesías o estrenando varias obras de teatro
infantil y logrando que se llevaran a escena poemas suyos en salas madrileñas.
Colaboró además en una revista femenina con cuentos de humor y en 1950 organiza la primera biblioteca
ambulante infantil, para hacer llegar la lectura a pequeños pueblos,
contribuyendo a paliar la situación de analfabetismo que existía en el ámbito
rural dada la escasez de medios. De esta época es la famosa foto sobre su
Vespa, llevando cajas con libros y repartiendo cultura por rincones olvidados de
nuestra geografía. También fundó el grupo femenino “Versos con faldas” que se
dedicará a ofrecer recitales por bares y cafeterías de Madrid y, junto a
Antonio Gala, entre otros, creó la revista poética Arquero. Mientras tanto
continuó publicando libros de teatro y poesía y obteniendo premios por ellos.
Así en 1966 recibió el Premio Lazarillo por “Cangura para todo”, obra que
mereció el Diploma de Honor del Premio Internacional de Literatura Infantil
Hans Christian Andersen en 1975.
En 1955 comenzó sus estudios
de Biblioteconomía e Inglés en el Instituto Internacional de Madrid, donde
trabajó como bibliotecaria y al que volvería años más tarde para dar clases de
español para norteamericanos.
Desde 1961 a 1963 vivirá en
Estados Unidos gracias a una beca Fullbright que le permitirá además, impartir
clases en varias universidades de este país.
De la colaboración intensa
con diversos programas infantiles de Televisión Española, ya todos conocemos,
unos por vivencia y otros por referencia.
Pero si la celebración de
este centenario tiene un objetivo principal, ese es sin duda descubrir a las
nuevas generaciones de padres y madres (que tal vez cantaron “Un globo, dos
globo, tres globos…”), la faceta de Gloria Fuertes como autora total que
escribía para todas las edades y se interesaba por el mundo que le rodeaba y
por los problemas cotidianos de la gente . No en vano defendió la igualdad
entre hombres y mujeres, el pacifismo y el medio ambiente. El compromiso social
estaba siempre presente en sus libros, pero con ese toque de humor tan propio.
De su importante obra para
aquellas personas que ya no son tan niñas, destacaremos algún ejemplo de los
géneros que abarcó: Poesía: “Ni tiro, ni veneno, ni navaja”; teatro: “El
caserón de la loca”; relatos: “El rastro”.
A la Gloria Fuertes niña,
que tantos y tantos libros infantiles publicó, es preciso no olvidarla; pero de
eso se encargan los pequeños lectores que año tras año se encuentran con doña
Pito Piturra, con la Oca Loca, con el Camello Cojito y vuelven a darles vida y
con ellos, a su autora. En este empeño
habremos de continuar la comunidad escolar, las librerías, las bibliotecas y
todas aquellas personas e instituciones interesadas en el fomento de la lectura
de calidad.
Acercaos a cualquiera de los
libros de esta escritora y podréis conocer, en las palabras y entre líneas, sus
pensamientos y sentimientos, que podrían resumirse en un solo concepto: humanidad. Algo que ella poseía y
derrochaba generosamente.
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