martes, 11 de diciembre de 2018

LOS DÍAS PEQUEÑOS.


R NAR
  
  Pep Bruno Galán nació en Barcelona en 1971, aunque a los pocos años se trasladó a la provincia de Guadalajara, donde sigue viviendo actualmente.

  Respecto a su formación, primero se diplomó en Trabajo Social y más tarde cambió su orientación hacia la literatura, licenciándose primero en Filología Hispánica y posteriormente en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. De este modo volvía a la inclinación literaria que surgió en su infancia, no solo hacia la lectura sino también hacia la escritura, pues ya en el colegio escribió sus primeros cuentos. Continuando esta senda, en 1994 se convirtió en narrador oral para todas las edades, un excelente cuentacuentos reconocido internacionalmente y que participó en la organización del Maratón de Cuentos de Guadalajara durante 13 años. Ha escrito también libros de cuentos, tanto infantiles como para jóvenes y  personas adultas (siendo dos de ellos premiados con galardones internacionales de ilustración). En 2005 se adentró en el campo editorial fundando Palabras del Candil que se ha especializado en publicar cuentos y libros de narradores orales.

  Con estos antecedentes y habiendo abarcado tantos campos profesionales y artísticos, Pep Bruno nos presenta un libro aparentemente sencillo hasta en su título: “Los días pequeños”, con el que regresa a los lugares y recuerdos de su infancia, en aquellos veranos intensivos de pueblo donde las actividades se multiplicaban y cada juego suponía un descubrimiento. Pero en estas páginas hay mucho más, hay personas, historias, paisajes y relaciones que hacen del pueblo pequeño un mundo grande lleno de emociones, de palabras y de poesía, la poesía de lo simple, de lo cotidiano, de las palabras perdidas en el vértigo y las prisas del mundo de hoy. Es un libro para detenerse y recrearse en las descripciones de objetos, escenarios y personajes, en las aventuras y sobre todo en las imágenes creadas por las palabras de alguien que conoce los lugares donde parece que el tiempo se detiene, de alguien que domina el lenguaje y la tradición (como ejemplo esta frase: “Colgado al cuello del niño vibraba aún de pura felicidad el tirachinas”).

  Las mentes infantiles leerán un libro de aventuras y las ya adultas nos  trasladaremos a una infancia rural en la que los días eran pequeños pero parecían estirarse para dar cabida a travesuras, juegos, misterios, a la participación en las tareas agrícolas para jugar y estorbar más que para servir de ayuda, a historias contadas por los más mayores al amor de la lumbre o la puerta de las casas.

  En definitiva, es un libro a caballo entre “Silvestrito”, pequeña joya literaria del gran Avelino Hernández y “Amanece que no es poco”, mítica película del no menos importante José Luis Cuerda. Si no nos creéis, buscad en estas páginas al pequeño Antón, el niño que sabía silbar o al hombre carta que corría de un lado para otro llevando todo tipo de mensajes. Pedimos perdón a Pep Bruno, pues todas las comparaciones son odiosas; pero es un elogio, fruto de nuestra admiración.

  El ilustrador Daniel Piqueras Fisk también nació en Barcelona, un año después que el autor y, al igual que este, pronto marchó de allí, en esta ocasión a Madrid, donde continúa residiendo. Este publicista, diseñador gráfico e ilustrador es Licenciado en Psicología y Publicidad. Tiene un estudio de diseño gráfico propio donde se desarrolla profesionalmente a la vez que puede crear lo que a él le apasiona a través de la ilustración. Sus álbumes ilustrados “Ío”, “Glup” y “Homo” (reconocido como uno de los mejores libros del año 2017 en España) han sido premiados y elogiados por su capacidad de transmitir ideas sin palabras, sólo con las imágenes.

  Su estilo es muy característico: suelen ser ilustraciones en blanco y negro con trazos fuertes de tinta y el color es puntual para resaltar algo, ya sea en el fondo o en los personajes.

  En esta ocasión ha ilustrado el trabajo de otro autor, con excelentes resultados, pues sus dibujos recrean a la perfección los detalles del pequeño pueblo y sus habitantes, a la vez que nos recuerdan los dibujos infantiles y nos muestran las imágenes como fotos antiguas que conservamos de nuestra etapa infantil.

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