miércoles, 16 de marzo de 2022

CUATRO VISIONES SOBRE “¡DÍDOLA, PÍDOLA, PON!” O LA VIDA DEBE OFRECER ALGO MÁS, DE MAURICE SENDAK


 

Primera lectura.

  Esta es la historia de la perrita Jennie que vive con todas las comodidades y siendo muy querida. Sin embargo, ella no es feliz;  piensa que puede esperar más de la vida y abandona la comodidad de su casa  para explorar el mundo, eso sí, llevándose todas sus cosas. En su viaje vivirá aventuras y sinsabores y perderá todo lo que tenía, pero conseguirá lo que quiere.

Jennie se muestra desde el principio como un ser bastante egoísta, pendiente solo de satisfacer sus propias necesidades, sin tener en cuenta a los demás. Pero cuando cambia de actitud, verá recompensada su generosidad. La conclusión que podemos extraer es que el hecho de pensar en los que nos rodean, no solo puede mejorar la vida de ellos, sino que nos hará mejores a nosotros mismos.

 

Segunda lectura.

  Maurice Sendak es uno de los autores-ilustradores más emblemáticos de la literatura infantil y juvenil.

  Su obra “¡Dídola Pídola Pon! o La vida debe ofrece algo más”,  es un homenaje a su perrita; nos permite reflexionar sobre si la vida tal y como la conocemos (teniendo todo o casi todo sin apenas esfuerzo) es suficiente para estar satisfecho, o por el contrario debemos salir de nuestra zona de confort buscando nuevas vivencias, persiguiendo otras necesidades y buscando nuestros sueños; explorando y solventando todos los obstáculos para crear nuestro propio mundo sintiéndonos de ese modo más felices.

  Teniendo ilusión y con esfuerzo se consigue todo lo que uno se proponga, aunque no es necesario tenerlo todo para ser feliz.

  Os invitamos a que leáis este cuento, penséis en vosotros mismos y busquéis un final a la historia, una historia que podría ser la de cada uno de nosotros cuando nos encontramos insatisfechos.

 

Tercera lectura.

  “Dídola, Pídola, Pon” es la “traducción” de una expresión inglesa muy antigua que podría significar algo así como confusión, enredo o desorden. No obstante su título alternativo ofrece algo más de información: “La vida debe ofrecer algo más”. Pues bien, la historia de la perrita Jennie queda anticipada ya desde el título del libro: es un extraño viaje que más bien parece un disparatado sueño que nos habla de toda aspiración humana por adquirir conocimiento y crecer como personas.  Porque la perrita lo tiene todo, pero necesita más, y en ese trayecto que le lleva a ganar experiencia se queda sin nada. O mejor dicho cambia sus cosas materiales por experiencia, lo cual le permite realizarse individualmente y alcanzar su sueño.

  Maurice Sendak consideraba este el mejor de sus libros. Sus homenajes a su perrita, muerta el mismo año de su publicación, están presentes en toda su obra, pero especialmente en este cuento donde le da el papel protagonista y donde, en el epílogo, se citan para encontrarse en el “castillo Allá”.

 

Cuarta lectura.

  En mi primer acercamiento a este libro, me llamó la atención el título: ¡Dídola, pídola, pon! me recordaba tardes lluviosas jugando con los Juegos Reunidos Geyper; pero, sin duda, lo que más me atrajo fue el título alternativo “la vida debe ofrecer algo más”. Una contraposición entre un juego, un entretenimiento, y una sentencia tan desoladora, acompañado de una imagen un tanto equívoca, en la que no sabía distinguir si el protagonista iba de viaje por placer o la maleta era un símbolo de su vida. Abrí el libro y encontré la primera ilustración: al igual que la imagen de la cubierta, el autor se ha decidido por no aplicar  color y utilizar una técnica que asemeja a un grabado antiguo. En ella aparece el mismo personaje de la cubierta, pero en esta ocasión es una presentación. Nos mira fijamente, acodado en una mesa en la que tiene un comedero con su nombre, “Jennie”. Precisamente, Jennie es a quien va dedicado este libro, escrito e ilustrado por Maurice Sendak en 1967, cuyo título original es Higghlety Pigglety Pop! Or There Must be More to Life.

  A partir de aquí, la curiosidad te hace avanzar siguiendo la historia que el narrador nos cuenta sobre Jennie. La factura del relato no deja de recordarnos el clásico viaje del héroe: sale de su casa, se enfrenta a una serie de problemas y consigue una solución satisfactoria que le hace crecer personalmente. El aliciente de este relato es que Sendak lo va aderezando de situaciones surrealistas que nos descolocan para luego proporcionar un cierre perfecto a la historia. Durante este trayecto, las ilustraciones van acompañando, con un estilo nostálgico y romántico, las peripecias de esta perrita tragona en su búsqueda vital. Al final, todo es un escenario donde representar nuestra función,  sin más sentido que un juego de palabras.

  Al terminar su lectura, busqué Higghlety Pigglety Pop! en Internet y comprendí. Ahora, le canto esta canción a mi perrito tragón y él me escucha, ladeando la cabeza. He escondido todas las maletas. Espero que tarde mucho tiempo en encontrarlas.




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