Elena Fortún (Madrid, 17 de noviembre de 1886-Madrid, 8 de mayo de 1952) es el pseudónimo de Encarnación Aragoneses Urquijo, una autora estrechamente vinculada a Segovia ya que su padre, Leocadio Aragoneses, era de Abades y, aunque su madre era natural de un pueblo de Álava, siempre tuvieron más contacto con la familia paterna por lo que Encarnación pasaba los veranos en casa de sus abuelos. Esta experiencia de aprendizaje, de juegos, de amistades y familia es lo que ella trasladó luego a su serie infantil Celia, apareciendo diferentes localizaciones de la ciudad y la provincia ¡Incluso su hermana pequeña se llama Fuencisla!
A
principios del siglo XX, la LIJ era considerada como una literatura menor,
tanto en lo estético como en los temas. No se tenían en cuenta las capacidades
intelectuales del niño y la LIJ se dedicaba a ofrecer unos prototipos de
comportamiento infantil con el fin de presentar la concepción burguesa de honradez,
trabajo y relaciones sociales necesarias para alcanzar la felicidad. Sin
embargo, la nueva sociedad industrializada necesitaba una revisión del concepto
de infancia que se tenía hasta ese momento y, con ello, de lector infantil
Celia
irrumpe en el escenario de la LIJ en los años de la 2ª República, en pleno
apogeo de esta renovación, cuando se da
prioridad a los valores literarios y estéticos frente a los moralizantes o
instructivos. Es un momento en el que aparecen editoriales especializadas en
LIJ, además de la pionera Calleja, como Juventud o Molino. También comienzan a
publicarse muchas revistas infantiles con gran éxito de acogida. Hay un gran
auge de la lectura gracias a la creación de bibliotecas escolares por
iniciativa de las Misiones Pedagógicas. Todo ello colabora en la consolidación
de la LIJ considerada como literatura de
calidad.
La obra de Elena Fortún encaja perfectamente en este esquema de literatura ya que une lo lúdico, lo irracional, el humor (como estaban haciendo Antoniorrobles o Bartolozzi), con el realismo. La mirada de Celia, Cuchifritín, su prima Matonkikí… aportan la frescura de la visión infantil a una crítica de la sociedad del momento. Los niños de la época se sentían identificados con los personajes, cercanos a ellos y sus inquietudes. Elena es una gran observadora de niños: de los suyos, de sus amigos, los que ve en el parque, y sabe cómo hablarles, entiende su psicología… se pone a su altura (en contraposición con la anterior LIJ donde el autor tenía una supremacía moral y pedagógica). A los niños les encanta Celia porque les habla de situaciones y sentimientos que ellos también experimentan.
El personaje de Celia no pierde vigencia hoy en día porque está creado para que cualquier niña o niño, de cualquier época y lugar, se sienta identificado: su manera de cuestionarse el mundo de los adultos, de solucionar los problemas, de revelarse ante las normas que no entiende… eso siempre existirá. Los libros infantiles de Elena Fortún ofrecen calidad literaria, calidad estética, entretenimiento, humor… se pueden leer solo por disfrute sin ser un manual de autoayuda para niños y no necesitan un mediador que les ayude a interpretar su lectura. Esto, unido al interés por la recuperación de su autora, es lo que lleva a la sevillana editorial Renacimiento a relanzar de nuevo la colección de Celia, no solo en sus título infantiles sino también aquellos que escribió durante su exilio en Argentina, dentro de La Biblioteca Elena Fortún
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