Hace muchos, muchos años, allá
por 1985, un niño grande llamado Julio tuvo un sueño que se hizo realidad:
convertir Segovia en el hogar de títeres y marionetas. Desde entonces, cada
año, y ya es la XXXVII edición, nuestra ciudad bella de por sí, ve rebosar sus
calles de magia, de fantasía y todas las personas que deambulan vuelven de
pronto a su infancia y contemplan con caras de asombro y felicidad las
historias que se representan en cada rincón.
Titirimundi concentra cada
primavera a titiriteros de numerosos países del mundo, convirtiéndose en cita
obligada para los profesionales de este arte. Es un acontecimiento social y
cultural para la ciudad y una cita obligada para todo tipo de público,
especialmente el familiar. Pero además, se pretende que el público infantil y
juvenil pase al otro lado y sea quien mueva los hilos, así nació en 1996
Titiricole que aúna didáctica y entretenimiento. Los centros escolares preparan
con anterioridad las obras en sus clases y después las estrenan en el festival. Es un proceso en el que se
pueden trabajar desde materias a valores, dando una dimensión más divertida a
la enseñanza.
Paralelamente a las
actuaciones, se realizan otras
actividades como talleres para construir marionetas con diversas técnicas o presentaciones
de libros.
Recientemente Titirimundi ha
recibido el Premio Nacional de Cultura en la Categoría de Artes Escénicas para
la Infancia y la Juventud, que le fue otorgado en 2021. Según el jurado, "por haber logrado tras 35 años de existencia ininterrumpida
convertir al Festival, al teatro de títeres y a Segovia en referentes
indiscutibles del mundo del títere y del teatro para la infancia y la juventud
tanto a nivel nacional como internacional y por su firme vinculación con la
sociedad civil y educativa". Asimismo, el jurado ha subrayado "la
apuesta constante por la calidad, la creación artística y por su capacidad de
renovación generacional manteniendo el indiscutible legado de su fundador,
Julio Michel".
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